Cicatrices de un pasado oscuro, hoy se encuentran superficiales por sentir un poco del sentimiento que si se lo sabe tratar es eterno, es el amor que con una tibia caricia puede soltar los frágiles recuerdos que nunca pasaron, convirtiéndolos en proyectos a un plazo extenso y duradero.
Es el sentir que nunca se aleja, como antes lo he dicho, si se lo sabe tratar. Por dejar el sueño en una pequeña gota de pasión, ha de ser una lucha interminable, pero el cansancio en fin, se convierte en locura cuando se gana.
Fue ella, que con sus labios en mí, ha dejado la cicatriz imborrable que cuando la vejez me tome por sorpresa, no la podré tapar ni con el maquillaje más perfecto.
Ella, la cual sus piernas fueron y serán dos luciérnagas con inmensas alas de terciopelo, calidas alas que con una vuelta de pasión podrían mover hasta el mismísimo cielo, porque su sed es inagotable, pero a la vez tan inocente, que creo saber todo acerca de ellas.
Esa mujer, cuyos ojos verdes me ataron a su ternura, y han puesto en cuestión a mi cabeza, de hecho, sin comentarios, me ha quitado la poca cordura que tenia.
Como no nombrar sus labios, seria ilógico decir su nombre sin antes primero conocer sus labios. Esos labios, en los cuales tantos días pase mis horas, y fue en ese lugar donde la conocí, la conocí en su estado de reposo, pero ahora puedo decir que es como un volcán en plena erupción. Es ella, nadie mas que ella, la que ubicó mi corazón en su lugar y destruyo mi cerebro, y aunque ahora yo este aquí, y dirán, él está solo, puedo afirmarles que la tengo atrás, a unos pocos pasos, aquí sentada a mi espalda esperando a que yo termine estas palabras para volver a empezar nuevamente la erupción, para sentir que la soledad, aunque parezca a veces tan necesaria, con solo un beso cambia de repente su parecer.
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