Levanta sus ojos en pena, mar furioso verdeado,
Acude a su ciclo poderoso, apuesto príncipe azul.
Reclama el amor a distancia, la misma que la separa,
Y procura encontrar un suspiro, oscuros ojos de amor.
De pronto la noche le alberga, bajo estrellas de techo,
Las que en su habitación descansan de día y despierta en la noche,
Intensas brillan alumbrando, esa hiel que le pertenece.
Así los días como dolores, laten en su cuerpo perfecto,
Y desangran a cada segundo fino, un poco mas al corazón.
El mismo que espera y se cansa, y vuelve a esperar,
A mí, mi dulce luciérnaga, ¡La que brilla en mi cama!
¡La que vive en mí!
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